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Necesitamos ingenieros navales.

En la sabiduría social de los niños solo existen dos tipos de barcos: los que flotan y los que están hundidos, pero no saben qué convierte a un barco que flota en un barco hundido más allá de ver que uno está “por encima del agua” y el otro está “debajo del agua”.

Desde el conocimiento científico sabemos que Cuando sumergimos un barco en el agua, éste desaloja una parte del volumen que antes ocupaba el fluido, empujándolo hacia fuera. Como consecuencia, el agua empuja al barco en todas las direcciones y perpendicular al casco, hacia dentro. Es decir, existe una fuerza que empuja al barco de abajo hacia arriba haciéndolo flotar. Esto lo sabemos gracias al sabio Arquímedes quien hace dos mil años, señaló el principio de porqué los objetos flotan: «Cuando sumergimos un objeto en el agua éste flota por una fuerza igual al peso del líquido que desplaza.»

Siempre partimos de una pregunta y, desde ahí, empezamos a construir:

Profe: ¿Conocéis un transporte que vaya por el agua?

Grupo: Un barco

Profe: El barco, ¿va por encima o por debajo?

Grupo: Por encima

Profe: ¿Conocéis uno que vaya por debajo?

Grupo: Submarino

Profe: Tenéis que decidir qué queréis construir: un barco o un submarino. Podéis utilizar todo el material que tenemos en clase. Después comprobaremos la capacidad de flotación de vuestro diseño.

Con esta propuesta, las criaturas primero tienen que decidir qué tipo de vehículo quieren construir, después elegir los materiales de acuerdo a sus suposiciones, ensamblarlos y ponerlos a prueba.

Una vez que ya han comprobado qué materiales flotan y cuáles se hunden, dejamos caer otro interrogante:

Profe: Y si metemos una piedra en un barco… ¿qué pasa?

Grupo: que se hunde

Profe: ¿Probamos?

Alfie Kohn decía que para aprender a tomar decisiones, hay que tomar decisiones. Si no permitimos a las criaturas que pongan a prueba sus hipótesis, no asimilarán los procesos del pensamiento científico, tan importante y presente en su vida, en su juego. Todos los niños nacen siendo científicos, démosles espacio y tiempo para que sigan poniéndolo en práctica.

 

 

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«Si quieres construir una nave, no reúnas a los hombres para hacerlos recoger la madera, para distribuir las tareas y dividir el trabajo, sino enséñales la nostalgia del mar amplio e infinito».

 

Antoine de Saint Exupéry
Escritor y aviador francés
autor de «El principito»