El otoño es uno de los meses favoritos para los profesionales del aprendizaje en la infancia porque la naturaleza nos regala un montón de recursos. La dificultad se presenta en el aprovechamiento que podemos hacer de esos materiales. Muchas veces saturamos los almacenes esperando el Gran Momento.
A todos los niños les encanta llevar a clase regalos para el profe. Intento utilizar esa virtud de los niños para provocar en ellos un deseo de búsqueda del tesoro para encontrar hojas más grandes que su cara, piedras más pequeñas que su mano, palos tan altos como ellos…
Y así es como, día a día han ido llenando la red de la asamblea y los botes de la clase. Cada vez que un niño entrega un presente a su clase y permite que los demás interaccionen con él conseguimos que crezca en él el valor de la generosidad (y sabemos que es complejo, porque compartir algo en propiedad no es lo habitual).
Las familias también tienen su papel protagonista en esta nueva vida que le damos a la basura. Yo siempre digo: antes de tirarlo a la basura piensa si tu hijo podría jugar con ello y si te parece adecuado, puedes traerlo a la clase. Y continúo con pero hay materiales que no se usan para jugar pero pueden ser útiles en una clase para algo. Estas dos frases combinadas son las que consiguen que aparezcan en clase llantas de bicicleta, aparatos de DVD, cintas de VHS, retales de imprenta, hojas de albaranes… y otras muchas cosas.
En “Un bosque en otoño” jugamos con materiales del tiempo de otoño y reutilizamos muchos regalos de niños y familias:
- Tapamos las mesas con sábanas bajeras para que no se manchen
- Cada niño utilizará un palo
- El suelo del bosque es un reproductor de DVD
Algunas hojas ambientarán su propuesta
Con un trozo de arcilla, un palo y unas hojas, después de un tiempo de juego y experimentación heurística con estos materiales, acuden a la mesa común a plantar su árbol.
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