Enmarcado en la Unidad de Programación Integradora titulada “Hábitos saludables” se intentan transmitir a través de distintas propuestas los beneficios de una dieta saludable rica en frutas y verduras, así como de otros hábitos como el ejercicio físico, el cuidado de uno mismo, la higiene, el respeto…
La primera propuesta se pauta en el almuerzo de media mañana: martes, miércoles y jueves tienen que traer fruta (y no valen zumos, ni yogures, ni batidos). La acogida por parte de las familias ha sido buena. Para los niños que no están habituados a tomar fruta o no les gustan, se intenta que traigan una fruta sencilla como el plátano para, poco a poco, animarles a probar otros sabores.
La segunda propuesta fue comer lo que cultivamos. Preparamos un espacio en el aula donde fabricamos un huerto de interior. Buscamos plantas que nos pudiésemos comer directamente, sin procesos intermedios. Plantamos rúcula y espinacas, cuyos calendarios de siembra encajaban perfectamente en nuestras necesidades. Los niños y las familias fueron trayendo más semillas para plantarlas.
Germinaron las primeras plantitas y todos estábamos muy ilusionados. Cada día nos acercábamos al huerto a observar los cambios. EL encargado regaba, el fin de semana las cambiábamos a zonas donde tendrían luz… Todo encajaba, todo funcionaba…
Hasta que un día se empezaron a marchitar y se preguntaron qué necesitaba una planta para crecer: tierra, agua, aire y luz del sol. En el aula tuvieron tierra, agua, algo de luz que entraba por la ventana pero poco aire para respirar…
“Aprender a caerse, levantarse y seguir adelante es la mejor preparación para la vida”
Magda Gerver (vía www.alaya.es)