Como maestra de la primera etapa de Educación Infantil, he tenido la increíble oportunidad de conocer el mundo del juego simbólico, especialmente durante la etapa de 2-3 años. Es en este momento en el que los pequeños, de manera espontánea, se convierten en los directores y protagonistas de sus propias historias imaginativas sin que nadie les haya dado un guión.
Este curso, mientras observaba a los niños divirtiéndose en el patio, me di cuenta de algo maravilloso: un grupo de mi clase de 2 años estaba jugando a ser clientes y empleados de un supermercado, la escena incluía hasta el proceso de comprar chuches en un ficticio Carrefour con tarjetas de crédito imaginarias. Así que, con la ayuda de mi compañera, decidimos llevar esa experiencia educativa al aula creando nuestro propio Carrefour dentro de clase, con secciones detalladas, cajero, tarjetas de crédito y dinero ficticio, todo tipo de alimentos, carritos de compra y bolsas. ¡Y la respuesta fue increíble! Los niños se sumergieron de inmediato asignándose roles y actuando para recrear la experiencia de compras a la que habían jugado en el patio. Fue un momento no sólo divertido sino también lleno de aprendizaje. Los pequeños desarrollan habilidades sociales al interactuar entre ellos, practican el lenguaje al hablar sobre sus compras imaginarias, en este caso, y mejoran su coordinación motora jugando con los objetos del entorno simulado.
A los 2-3 años los niños son maestros de su propio juego simbólico, sin necesidad de que les enseñemos. Como maestra, mi papel es simplemente proporcionar un ambiente que inspire este tipo de juegos y asegurarme de que tengan acceso a materiales y espacios que fomenten su creatividad y desarrollo integral. En resumen, mi experiencia en Educación Infantil me ha mostrado que el juego simbólico es natural y poderoso, siendo los niños los verdaderos creadores de sus mundos de juego y , además, es fascinante ser espectador de este proceso.