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Experiencia de maestros en tiempos de confinamiento

Pablo, un maestro de Infantil

El miércoles, en la reunión, empezamos a comentarlo. Teníamos mucha información, estábamos atentos, pero no atisbábamos el horizonte que se nos presentaría.

Una semana después, la realidad era muy distinta, desconocida. Nuestros padres vivieron la salida de una dictadura y la llegada de una democracia, nuestros abuelos una guerra y nosotros nos hemos enfrentado a una pandemia.

Somos docentes, y también hijos, y padres, madres, hermanos, hermanas, somos familias que estamos viviendo este momento excepcional de formas muy diversas. Y ahí radica una de las dificultades de acompañar desde el contexto educativo formal (aula, escuela, colegio) a vosotras, familias. Tutores, especialistas, auxiliares, cada responsable de un grupo de estudiantes debe atender unas 25 realidades distintas de media. Si ya es difícil proponer en el aula a cada alumno la meta que necesita, adecuar además esa necesidad a las posibilidades de apoyo de los progenitores a su criatura se antoja complicado.

Hemos transformado nuestra práctica docente para poder mantener las conversaciones de aula desde la distancia. No es lo mismo. La casa no es el aula, los padres y las madres no son profesores ni tienen que serlo. En lo que entendíamos como un día normal de colegio, pedíamos ayuda a las familias para que apoyaran nuestra práctica docente acompañando a

sus hijos en casa con sencillas propuestas que les entregábamos. Ahora, en un día normal de colegio, los docentes acompañamos a las familias y a sus hijos atendiendo a sus necesidades. Intentamos generar normalidad, pero todo ha cambiado, todo es distinto.

Viçenc Arnaiz​  analizaba cómo está el cerebro del niño en este “estado de alarma” y explicaba que el cerebro ante esta situación de pandemia se pone en modo supervivencia; la mente busca información que le permita salvarse, deja de atender a todo lo que le genera placer para ocuparse de encontrar una salida. Abandonamos los elementos de gozo porque no podemos estar atentos a ellos y activamos el sistema de vigilancia. No podemos estar quietos. Estamos tensos, preparados para echar a correr. No todos reaccionamos así, hay otros niños y adultos que se detraen, se aíslan porque es una manera de negar el problema. Algunos incluso entran en fase de regresión, intentando regresar a una fase anterior en la que estaban mejor.

En gran medida, las reacciones de cada uno dependen del modelo afectivo en el que hemos crecido. Hay 3 elementos de protección:

– la capacidad de la alegría. Hay que intentar generar alegría desde pequeños detalles. Estar contentos con gestos sencillos. Las personas que necesitan muchos argumentos para estar alegres conviven mal con estas situaciones.

– la fortaleza de los vínculos. En qué momento está la familia, cuál es la fortaleza, la debilidad, cómo está la confianza con los padres. Unos buenos vínculos entre la pareja y entre los progenitores y las criaturas es un seguro para atravesar este momento

– las redes sociales. Es muy difícil atravesar estas situaciones en soledad. Es muy importante comunicarse con los demás, estar atento a los demás, contar lo que nos pasa. Cuando estamos en la tribu, nos sentimos más fuertes.

De estos tres factores, la escuela ahora solo puede ayudar a generar la red, ponerse en contacto con las familias, fabricar los puentes entre niños y niñas para que se sigan sintiendo parte de ese tejido que les sostiene. Cada vez que enviamos un email, que preguntamos cómo están, creamos una protección que les ayuda a superar este “estado de alarma”

Somos red y, juntos, seremos más fuertes.

Cristina, una maestra de Primaria

Transcurridas unas cuantas semanas desde que se declarase la suspensión de la actividad escolar presencial, nos gustaría hoy hacer balance de todo lo que esto ha supuesto para los profesores de nuestro centro.

Como es natural, ninguno imaginábamos ni estábamos preparados para vivir una cosa así, pero lo cierto es que esto nos demuestra, una vez más, que la vida no nos pertenece, y que más importante que saber estar previstos es tener la capacidad de reaccionar ante cualquier situación. En este sentido, nos sentimos orgullosos de la respuesta que entre todos hemos generado, dando gracias por toda la colaboración y ayuda que nos habéis aportado y, principalmente con la ayuda del Señor que, en muchas ocasiones, es el que nos ha hecho seguir levantando la mirada y mirando más allá pensando siempre en el bien de nuestros alumnos.

Sin ser grandes expertos en el mundo de la docencia indirecta, nos hemos tenido que embarcar en la aventura de elaborar tareas y generar materiales “online” para un contexto radicalmente distinto del escolar, en donde lo más cerca que podemos estar de los alumnos es a través del email; y todo ello teniendo en cuenta las situaciones muy concretas de cada uno de ellos. Muchos de nuestros días se pasan enteramente dedicados a nuestro trabajo, muchas horas sentados frente a un ordenador que nunca sustituirán todo lo que nos aportan las vivencias escolares; y es que echamos de menos hasta esos patios de invierno donde no te salva ni el abrigo más moderno. Por eso nos emociona tanto cada vez que recibimos un mensajito o un vídeo por pequeño que sea y casi hasta celebramos una fiesta; porque nuestro ADN de maestros lleva implícito el amor por todos los niños que pasan por nuestras aulas. Esto es lo que nos mantiene activos cada día y nos motiva a seguir dando lo mejor de nosotros para abordar esta situación.

Por otro lado, la vida se hace menos cuesta arriba cuando eres consciente de que cada día es un regalo y más aún cuando descubres que dentro de ese regalo cada pequeña cosa es otro regalo. Nosotros, como claustro, nos hemos dado cuenta de la suerte que es habernos enfrentado juntos a este momento, ayudándonos unos a otros y estando siempre a disposición de los demás. Por eso, a pesar de las dificultades, en todo momento hemos estado comprometidos a llevar una estricta organización y coordinación con el esfuerzo que ello requiere.

En definitiva, es una época de grandes cambios que nos está poniendo a todos a prueba, pero gracias a la cual los profesores, unidos, nos estamos reinventando y poniendo en valor la importancia de nuestra labor.

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«Si quieres construir una nave, no reúnas a los hombres para hacerlos recoger la madera, para distribuir las tareas y dividir el trabajo, sino enséñales la nostalgia del mar amplio e infinito».

 

Antoine de Saint Exupéry
Escritor y aviador francés
autor de «El principito»