Quien más y quien menos tenemos jornadas de trabajo cercanas a las 7 horas, algunos más cerca de las 9 horas diarias, con dos días de descanso a la semana o menos.
Una parte fundamental de nuestro buen rendimiento laboral y que luego nos permita tener una vida social feliz es el descanso.
¿Cuántas veces, como adultos, nos hemos levantado como apaleados por no haber descansado, por tener cosas en la cabeza a las que no sabíamos dar sentido o solución?
Para los niños el colegio no es más que su jornada laboral. El que menos hace está 7 horas en su centro de trabajo y el que más puede llegar a estar 10 u 11 horas.
Se podría pensar que en el colegio los niños no sufren el estrés que podemos sufrir como adultos pero no debemos menospreciar la tensión que sufren, la percepción que tienen de sus dificultades, pues son grandes y reales. Esas dificultades, dudas y miedos también les quitan el sueño, les agotan, les impiden pensar o tomar decisiones.
Intentamos que el tiempo que estamos en el colegio juntos niños y adultos sea en el mejor ambiente posible, que el aprendizaje sea desde el disfrute, el juego, las experiencias vividas directamente.
En las aulas de 3 años mantenemos la siesta de después de comer como rutina de descanso. No todos los días duermen todos los niños pero si descansan. Ese momento de descanso les permite seguir afrontando con ganas, con energía el último tramo en el colegio.
Cuando terminamos en nuestros trabajos remunerados los adultos empezamos con el trabajo no remunerado, véase hacer la compra, ordenar la casa, cocinar o incluso a veces terminar cosas del trabajo.
Esa necesidad u obligación de adultos acaba arrastrando a los niños a tener horarios que no son suyos y afecta a eso tan fundamental como el sueño y el descanso. Dormid bien, descansar genera o ayuda en cosas tan básicas como:
La creatividad
Cuando el cerebro está descansado y la producción de hormonas está equilibrada, la memoria funciona a la perfección. Eso hace que la imaginación sea más potente y nosotros, más creativos.
Te hace estar más sano
Nuestro sistema inmunitario emplea el tiempo de sueño para regenerarse, lo que le permite luchar con eficacia contra las toxinas y los gérmenes que de forma continua nos amenazan. Con un sistema inmunitario débil tenemos muchas menos posibilidades de superar con éxito las infecciones.
Mejora la memoria
Dormir fortalece las conexiones neuronales. Durante la fase REM del sueño, el hipocampo, el almacén de nuestra memoria, se restaura, transformando la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo. En la Universiad de Hafi (Israel) lo han corroborado con los resultados de un estudio que afirma que una siesta de 90 minutos a media tarde ayuda a fijar los recuerdos y la destreza.
Protege el corazón
Un reciente estudio publicado en el European Heart Journal afirma que los insomnes tienen tres veces más posibilidades de sufrir una insuficiencia cardíaca que los que duermen a pierna suelta. El insomnio aumenta los niveles en sangre de las hormonas del estrés, lo que aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. Otros estudios también ligan el insomnio a tener el colesterol más alto.
Reduce la depresión
Cuando dormimos, el cuerpo se relaja y eso facilita la producción de melanina y serotonina. Estas hormonas contrarrestan los efectos de las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol) y nos ayudan a ser más felices y emocionalmente más fuertes. La falta de sueño provoca, por el contrario, una liberación aumentada y sostenida de las hormonas del estrés.
Información sobre los beneficios obtenida de la web www.fundacióndelcorazon.org
Las horas de sueño son esenciales para poder cargar pilas. El sueño nos llena de energía para poder afrontar la jornada. Pero no solo se trata de dormir bien, sino de tener un sueño reparador. Para ello deben ser horas de sueño tranquilas, sin pesadillas, y seguidas.